Teresa Musco
Abitación Teresa Musco
Teresa Musco
Tradicionalmente, cada año, en el mes de septiembre se celebra una misa en sufragio de Teresa Musco, una mística de Caiazzo cuya casa está ubicada a pocos metros de la iglesia, en uno de los característicos callejones de Caiazzo.
Teresa Musco nació en Caiazzo el 7 de junio de 1943 y falleció a la edad de 33 años el día 19 de agosto de 1976.
Desde su infancia, la niña empieza su agitado camino de fe y sufrimiento. A lo largo de su vida tiene visiones de Jesús, de Nuestra Señora, del Ángel Gabriele y del Padre Pío.
Ella sufrió la violencia psicológica del padre-patrón y las condiciones humildes de una familia de trabajadores honrados; desde muy pequeña la joven solía cuidar de la casa, de sus hermanos y del pequeño burro de la familia.
Teresa, gracias a algunas misteriosas intervenciones divinas, encontraba sumas de dinero con las que ayudaba a su madre y a sus hermanos.
El padre la trataba con dureza llegando incluso a echarla de casa, acúsandola de ladrona y mentirosa.
Ella vivió también, y sobre todo, el sufrimiento de la Pasión de Cristo: desde los 25 años su cuerpo llevaba los estigmas en las manos y en los pies y la herida en el costado: “las cinco rosas” que la Virgen reveló que vendrían como regalo a Teresa, para estar cada vez más cerca de su Esposo celestial.
La Virgen, que se le aparecía a menudo en visiones, con la que Teresa hablaba en arameo antiguo, la impulsó un día a escribir: “Hija mía, ofrece, sufre y calla”, dictado que ella siguió durante toda su vida con modestia y una fe firme.
En su Diario, donde anotaba los encuentros, las palabras y los episodios que presenciaba y protagonizaba, Teresa escribe también:
“Sólo Dios como fin… Jesús por modelo… María por guía… el Ángel por ayuda… yo siempre en el sacrificio.”
Durante su vida, ella, iba a menudo al hospital a causa de dolores abdominales, de una rodilla hinchada y luego, a partir de cierto momento, a causa de la fiebre y de las dolorosas heridas del calvario de Cristo.
Cuando tenía 20 años, la visitó por primera vez el monje de Pietrelcina, el que tenía el don de la bilocación (estar en dos lugares a la vez), que Teresa describe así: “El monje con la barba blanca sigue trayéndome Jesús, todos los días: entonces en mi corazón, hay un lugar para amar y un perfume de rosas me envuelve.”
Durante los últimos años de su vida, en su casa de Caserta, donde en algún momento encontró refugio tras ser echada por su padre, las estatuillas, las santas imágines comenzaron a llorar sangre.
El proceso de beatificación aún no se ha concluido, las comunidades de Caiazzo y de Caserta esperan confiadamente desde hace muchos años.
En 1993, en Caserta se creó la Fundación Teresa Musco, con su página Web, para conmemorar y dar a conocer la vida y las obras de la mística, además promover la Canonización.